La incidencia de la dermatitis atópica ha aumentado entre 2 y 3 veces en los últimos treinta años
Resumen
En las últimas tres décadas, la dermatitis atópica, una enfermedad de la piel que afecta a 230 millones de personas en todo el mundo, ha experimentado un preocupante aumento en su incidencia. En los países industrializados, se ha registrado un incremento de entre 2 y 3 veces en el número de casos. Este crecimiento plantea preguntas acerca de las posibles causas subyacentes, siendo la contaminación y el estilo de vida dos de las principales sospechas.
España no escapa a esta tendencia. La dermatitis atópica afecta a una parte significativa de la población, estimándose que entre el 5% y el 20% de los españoles la padecen. Esta afección, que es una de las diez principales razones de consulta dermatológica en el país, afecta predominantemente a niños y adolescentes, con una prevalencia que puede alcanzar hasta el 20%. Además, es común que la enfermedad se manifieste en los primeros años de vida, con un 60% de los pacientes iniciando los síntomas en el primer año y hasta un 85% dentro de los primeros 5 años.
La dermatitis atópica no solo tiene un impacto en la salud física de quienes la padecen, causando malestar y picor, sino que también afecta significativamente el bienestar emocional y social. En el caso de los niños, las lesiones visibles que provoca esta enfermedad en la piel pueden llevar al acoso, dificultades en las relaciones sociales y problemas de salud mental, como ansiedad y depresión.
Una encuesta realizada por la Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica (AADA) reveló que el 86% de los participantes experimentó una pérdida de productividad laboral debido a la enfermedad, y que también influyó negativamente en el rendimiento escolar. Además, el 90% de los encuestados informó que la dermatitis atópica afectó su calidad de sueño, lo que resultó en una disminución de la concentración.
Los impactos de esta afección no se limitan al ámbito personal. Los costos asociados a la dermatitis atópica, que incluyen gastos médicos directos e indirectos relacionados con la pérdida de productividad, son notables. Un estudio estadounidense estimó que los costos anuales superaron los cinco mil millones de dólares en 2015, una cifra que probablemente subestima el verdadero impacto económico de la enfermedad.
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