Las principales enfermedades de la piel en adultos mayores
El envejecimiento es un proceso natural, en el que el cuerpo sufre muchos cambios y en el que suelen aparecer afecciones cardiovasculares, metabólicas y neoplásicas.
Al hacernos mayores, también aumenta el riesgo de sufrir enfermedades dermatológicas, especialmente en áreas expuestas a la radiación ultravioleta (UV) y la contaminación ambiental, como la cara, el cuello o las manos.
En la mayoría de los casos, estas enfermedades se manifiestan como manchas y lesiones en la piel del anciano que deben manejarse de manera específica.
Cambios en la piel relacionados con el envejecimiento
La piel es el órgano más grande y visible del cuerpo humano.
Su primera función y quizá la más evidente, es actuar como línea de defensa del organismo frente a los agentes externos (como la contaminación) y las bacterias.
También nos ayuda a controlar el equilibrio de líquidos y de electrólitos, y a regular la temperatura corporal gracias a su capacidad de acumular y eliminar grasa y agua.
Además, la piel contiene receptores nerviosos que permiten percibir el tacto, el dolor y la presión, haciendo de ella el órgano sensorial por excelencia.
A lo largo de la vida, la piel sufre muchos cambios en todas sus capas (epidermis, dermis y capa subcutánea de la dermis).
La mayoría se relacionan con la pérdida de tejido conectivo, fibras de colágeno (que dan soporte) y fibras de elastina (que proporcionan flexibilidad y fuerza), por eso con el paso de los años en la piel aparecen arrugas y signos de flacidez.
Otros cambios en la piel a nivel funcional relacionados con el envejecimiento son:
- Adelgazamiento de la epidermis. Por eso es habitual notar que la piel es muy fina en los ancianos.
- Disminución de melanocitos (células con pigmento). Este es el motivo por el cual la piel envejecida parece más delgada, pálida y transparente, y por eso es más común que en ella aparezcan manchas.
- Fragilidad de los vasos sanguíneos. Esta fragilidad puede dar lugar a hematomas y sangrados debajo de la piel (púrpura senil).
- Pérdida de funcionalidad de las glándulas sebáceas. Es el principal motivo por el que la piel de los mayores suele estar reseca y es más propicia a la aparición de eccemas, enrojecimiento, sarpullidos, etc.
Principales enfermedades de la piel asociadas al envejecimiento
El aumento del riesgo de lesiones en la piel en ancianos se debe a que la capa protectora de este órgano es cada vez más delgada y frágil.
Además, los vasos sanguíneos, al estar debilitados, pueden romperse fácilmente provocando hematomas y hemangiomas capilares.
Entre las lesiones de la piel más comunes en este segmento poblacional, podemos enumerar:
- Xerosis.
- Telangiectasias.
- Púrpura senil.
- Lentigos.
- Hipomelanosis guttata.
- Liquen escleroso y atrófico.
Respecto al origen de las enfermedades de la piel en ancianos, suelen relacionarse con afecciones comunes (aterosclerosis, diabetes, enfermedad hepática, reacciones a medicamentos, deficiencias nutricionales, etc.), alergias, exposición a químicos o exposición a la luz solar.
Además, conforme avanzamos en edad, las neoplasias y los cánceres de piel también son más usuales, especialmente en las zonas expuestas al sol.
De forma genérica, podemos elaborar este listado de enfermedades de la piel en adultos mayores:
- Tumores benignos (queratosis seborreicas).
- Lesiones premalignas (queratosis actínicas y enfermedad de Bowen).
- Tumores malignos (carcinoma basocelular, carcinoma espinocelular y melanoma).
- Enfermedades infecciosas (dermatofitosis y herpes zoster).
- Enfermedades ampollares (penfigoide ampollar).
- Enfermedades de base inmunológica (dermatitis de contacto, dermatitis atópica, vitíligo o psoriasis).
- Liquen simple crónico
- Prurito
- Úlceras (úlceras por presión, úlceras venosas y úlceras arteriales).
- Vulvodinia y balanitis atrófica
Otras consecuencias de los cambios en la piel en los adultos mayores son:
- Reducción de la grasa subcutánea de la dermis. Como consecuencia, los ancianos tienen más riesgo de lesiones en la piel y de hipotermia por la incapacidad para conservar la temperatura corporal.
- Reducción de la producción de sudor, lo que aumenta el riesgo de deshidratación e insolación.
Tratamientos de la piel por enfermedades
El envejecimiento cutáneo es producto de un fenómeno celular y molecular en el cual interactúan factores extrínsecos e intrínsecos, y que es inevitable.
De hecho, casi un 90% de los adultos mayores tiene algún tipo de trastorno en la piel.
Puesto que muchas enfermedades de la piel son mucho más comunes en este segmento poblacional, conviene tomar algunas medidas de precaución para mantener este órgano lo más sano posible y evitar complicaciones.
Algunos consejos generales son:
- Evitar rozaduras y quemaduras.
- Utilizar protector solar.
- Hidratarse adecuadamente.
- Llevar una buena alimentación.
- Mantener la piel humectada.
- Controlar lesiones y heridas.
Aun así, muchos problemas de la piel en adultos mayores requieren un tratamiento específico recomendado por un médico especializado tras examinar al paciente.
Este profesional de la salud determinará la causa subyacente de la enfermedad, realizará las pruebas necesarias (inspección visual, biopsia y seguimiento a través de técnicas avanzadas, como la dermatoscopia digital) y elaborará un diagnóstico.
Algunos de los tratamientos para la mayoría de manchas de la piel en adultos mayores, dependiendo del tipo de enfermedad, son:
- Ingesta de medicamentos.
- Aplicación de cremas específicas.
- Aplicación de láser y luz pulsada intensa (incluyendo láseres ablativos para eliminar la capa superior de la piel).
- Crioterapia (congelación).
- Microdermoabrasión
- Dermoabrasión.
- Exfoliación química.
- Tratamiento oncológico (en caso de tumores o melanomas).
Entender la fisiología del envejecimiento cutáneo en sus dos vertientes (cronoenvejecimiento y fotoenvejecimiento) es fundamental para un mejor tratamiento de las enfermedades de la piel en adultos utilizando los últimos avances en dermatología.
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